2005-01-26

Memoria, dignidad, justicia.

El sábado 22 de enero de 2005, la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT) convoca una manifestación silenciosa por las calles de Madrid y con el sencillo lema "MEMORIA, DIGNIDAD Y JUSTICIA".

En la democracia española se reconoce el derecho de los ciudadanos a manifestarse, pero resulta extraordinaria la convocatoria de una manifestación al margen de los partidos políticos o los sindicatos -o las asociaciones de clase.
Esta manifestación resultaba extraña porque su convocatoria era sólo una llamada de atención.
No se exigían al Gobierno acciones concretas, ni se reclamaban nuevas medidas que mejoren la sociedad. Sencillamente se resaltaban valores que toda democracia debe preservar y garantizar, porque son fundamentos esenciales del propio concepto de democracia.

Tres fundamentos de una sociedad democrática puestos de manifiesto en la convocatoria de la Asociación Víctimas del Terrorismo.

MEMORIA.

Una democracia sin memoria, una sociedad que olvida, está condenada a no ser. Las relaciones, complejas en nuestro civilizado mundo, se desvanecen si no existe una memoria colectiva que nos recuerda constantemente lo que somos, qué buscamos, de dónde procedemos
, donde nos encontramos y hacia dónde vamos.
Perdida la memoria, estaremos desorientados en el tiempo y en el espacio.

Y la convocatoria de la AVT enfatiza la necesidad de mantener el recuerdo por las víctimas. Reclaman su derecho a estar presentes en la sociedad que su sacrificio más ha contribuido a lograr. No es sólo el recuerdo de quienes han sido asesinados, sino de las víctimas que han sobrevivido, los supervivientes de la tragedia del terror, que tienen todo el derecho a mantenerse en la sociedad, pero que sienten cómo esta sociedad trata de apartarlos al rincón más oscuro, dejarlos abandonados en el olvido. Y resulta terriblemente triste que tengan, las mismas víctimas, que reclamarnos aquéllo que la sociedad debiera reconocerle de la manera más natural.


DIGNIDAD.

Debiera bastar a nuestra sociedad el reconocimiento acordado a la importancia de los hechos para que fuera innecesario apuntar expresamente esta característica, pero si tan mezquina se muestra esta sociedad española pretendiendo olvidar a quienes tanto debe, reclamar la dignidad de las víctimas no es exigencia gratuita, sino forzada vindicación no vengativa.


JUSTICIA.

Se añade una reclamación elemental en democracia, el respeto a la justicia. Y tampoco resulta excesiva esta reivindicación, porque al olvido de las víctimas se añade el injustificado tratamiento que se otorga a los culpables con el más estrepitoso fracaso de todas las medidas encaminadas a reparar el mal o satisfacer a las víctimas, aun cuando sólo sea por proteger a la sociedad para evitar futuras víctimas de mano de los mismos verdugos.


Y frente a esta manifestación ciudadana que recuerda a la sociedad unos concretos valores que definen a toda democracia, el Gobierno del Sr. Rodríguez se siente acosado.
Quizás sea porque en su Gobierno no hay Ministros dispuestos a apoyar los fundamentos de la democracia, porque sus Ministros, con su presencia, sólo están dispuestos a promover, tal vez para los ansiados Oscar, películas polémicas, o para asistir a conferencias de sus propios partidarios, únicos dignos de recibir su solidaridad y apoyo.

Las manifestaciones, más o menos ordenadas, más o menos serenas, más o menos pacíficas, que durante años, los ahora Ministros e incluso el ahora Presidente de Gobierno han encabezado, esas manifestaciones resultaban imprescindibles para defender la democracia, con lemas como "NUNCA MAIS" -un accidente-, "NO A LA GUERRA" -contra un infame régimen dictatorial y genocida- y con griterío que acusaba de asesinos a quienes enviaban tropas en misión de apoyo al restablecimiento de la libertad y la seguridad, y de distribución de ayuda humanitaria.
Esas manifestaciones de una parte de la sociedad, sólo porque estaban promovidas por gentes de izquierda -¿eran radicales de izquierda quienes las convertían en algaradas callejeras cuando se acosaban las sedes del Partido Popular?- eran dignas de todo elogio, de todo apoyo mediático y político, de contar con la presencia de los más altos representantes del PSOE y del resto de partidos de la izquierda -repito, ¿izquierda radical?-.

Y para la única manifestación silenciosa convocada en defensa de valores esenciales democráticos, ni el Gobierno, ni el PSOE, ni el resto de los partidos de izquierda -y todo sea con el más escrupuloso respeto a quienes sí han participado, tristemente desamparados por su propio partido- han sido capaces de enviar a dignos representantes.

Y la manifestación habría resultado espléndida, con una movilización ciudadana ejemplar si algún Minijtro del Gobierno (y con tristeza hay que añadir socialista, porque sólo para ellos gobiernan) se hubiese abstenido de convertirse en protagonista del evento. Pero dejemos este análisis para otro momento.