Vida
No matarás.
Tú que ahora lees estas palabras acaso no recuerdas ya tus primeros días de vida. No, seguro que no los recuerdas. Imposible que guardes en tu memoria el más mínimo registro de una caricia, de una voz, de un destello en tus primeros días de vida.
Estuviste en manos que te cuidaron, te alimentaban y asistían con cariño y mimo, cualesquiera que fueran las circunstancias, tanto si hacía frío como si el calor resultaba agobiante.
No servías para nada, apenas el bocado de una docena de adultos, con tus cuatro kilogramos de peso.
Pero esas manos que te sostuvieron fueron piadosas, clementes, misericordiosas: te vistieron, te alimentaron, te ampararon, porque tú no hubieras sobrevivido sin ellas.
Tú, despiadado y cruel, desprecias la vida y matas.
Tú que ahora lees estas palabras acaso no recuerdas ya tus primeros días de vida. No, seguro que no los recuerdas. Imposible que guardes en tu memoria el más mínimo registro de una caricia, de una voz, de un destello en tus primeros días de vida.
Estuviste en manos que te cuidaron, te alimentaban y asistían con cariño y mimo, cualesquiera que fueran las circunstancias, tanto si hacía frío como si el calor resultaba agobiante.
No servías para nada, apenas el bocado de una docena de adultos, con tus cuatro kilogramos de peso.
Pero esas manos que te sostuvieron fueron piadosas, clementes, misericordiosas: te vistieron, te alimentaron, te ampararon, porque tú no hubieras sobrevivido sin ellas.
Tú, despiadado y cruel, desprecias la vida y matas.
0 Comentarios:
Escribir un comentario
<< Volver al comentario más reciente