2005-07-22

Las razones de un "no" a la adopción por homosexuales

Publicado en la revista Arbil nº 94.

Un breve esquema de las razones científicas que hacen rechazable para el equilibrio psicológico de los niños su adopción por homosexuales es apuntado por uno de los máximos especialistas en el tema.

Aquilino Polaino Lorente.

Adopción y homosexualidad es una cuestión de aristas vivas que está suscitando una fuerte polémica. Ante estos temas polémicos, los científicos y profesionales debieran abstenerse de entrar en la discusión, y limitarse a exponer -a quienes quieran oírles- las conclusiones científicas disponibles sobre el particular. A continuación se exponen, de forma muy sucinta, las razones científicas y rigurosas en que se fundamenta ese "no" a la adopción por parejas de homosexuales.

Los datos que se mencionan a continuación no están tomados al azar de uno o varios artículos, más o menos científicos, publicados sobre el particular. Son datos que proceden de lo que se conoce con el término de un metanálisis, es decir, de revisiones cuidadas, críticas y sistemáticas de la mayoría de los trabajos publicados en la literatura mundial sobre este tema y de acuerdo con criterios rigurosos acerca de la salud psíquica de los niños adoptados por parejas de homosexuales.

Trastornos
Entre esos criterios se pone un especial énfasis en lo relativo a las muestras estudiadas, los grupos de control, la metodología empleada, el diseño de las investigaciones realizadas, los procedimientos de que se han servido, los estudios de seguimiento longitudinal y las conclusiones obtenidas; confrontar, por ejemplo, los recientes trabajos de Nagay, (2004), Socarides y Nicolosi (2003), y Lerner (2002).

Los principales riesgos que corren los niños adoptados por parejas homosexuales son los siguientes: trastornos en la identidad sexual, mayor incidencia de comportamientos homosexuales al llegar a la adolescencia -hasta siete veces más que los niños que viven con sus padres biológicos en familias intactas-, una tendencia significativamente mayor a la confusión y promiscuidad sexual, trastornos de conducta, depresión, comportamientos agresivos, ansiedad, hiperactividad e insomnio.

El vínculo afectivo que establecen con los "padres" adoptivos -técnicamente se conoce como apego afectivo- es mucho más frágil en estos niños por estar expuesto a la versatilidad y otras características que se dan con mayor frecuencia entre sus "padres".

En efecto, hoy se sabe que los conflictos y comportamientos violentos son dos o tres veces más frecuentes entre las parejas homosexuales que en las parejas heterosexuales; la duración media del vínculo entre las personas homosexuales no suele ser superior a tres años; los cambios de compañero/a son muy frecuentes, lo que aumenta la inestabilidad afectiva de los hijos adoptados; la promiscuidad sexual es mucho mayor que entre las parejas heterosexuales, así como la ruptura de relaciones entre ellos/as.

Psicopatologías
En el perfil psicológico de la personalidad homosexual se observa una mayor incidencia de rasgos psicopatológicos (egocentrismo, autocompasión, inmadurez afectiva, celotipias, infidelidades, etc.), lo que en modo alguno contribuye al desarrollo armónico de la personalidad del niño adoptado expuesto y en interacción con esos modelos de conducta.

Desde la perspectiva de la salud psíquica, las conclusiones obtenidas ponen de manifiesto que en las parejas homosexuales es significativamente mayor la incidencia de trastornos psíquicos (especialmente, la depresión, la ansiedad, la adicción a las drogas, y el trastorno obsesivo-compulsivo) y el SIDA, y menor sus expectativas en años de vida.

Factores de riesgo
Los anteriores hechos constituyen un poderoso incremento de los factores de riesgo a los que queda expuesto el niño adoptado en esas condiciones. No ha de olvidarse que el niño tiene derecho a adquirir, fundar y establecer, de forma adecuada, algo tan relevante e irrenunciable como su propia identidad sexual. Este derecho resulta impedido o gravemente amenazado cuando se le expone a sólo modelos comportamentales familiares -como el homosexual-, en los que precisamente está en crisis esa misma identidad.

El niño tiene necesidad del padre y de la madre para identificarse con la persona de su mismo género y para aprender también el respeto, afecto y complementariedad que la persona del otro género le debe proporcionar. El afecto que recibe del padre y de la madre -que es de diversa índole- y la vinculación resultantes de esa relación son imprescindibles para fundar su identidad personal.

El niño tiene derecho a desarrollar su identidad y a que madure su afectividad, observando el vínculo -afectivo, cognitivo y personal- que se establece en las relaciones entre el padre y la madre. Esta relación constituye la urdimbre donde se acuna y consolida la madurez de su futura afectividad.

El niño que sólo convive con homosexuales no tiene experiencia, ni aprende, ni siente las diferencias de género existentes entre el hombre y la mujer. Por el contrario, aprende algo que es falso y antinatural: que no hay diferencias de género, que es irrelevante experimentar la atracción por las personas del otro sexo.

Socialización
El niño que sólo convive con los "padres" homosexuales adoptivos suele sufrir un déficit en su socialización -al no interiorizar el genuino espíritu de familia que hunde sus raíces en la comunidad entre un hombre y una mujer-, además de un empobrecimiento en su autoestima, por haber sido estructurada de forma incompleta ,al relacionarse con figuras parentales de un mismo y único sexo.

En consecuencia, en el niño que sea adoptado por homosexuales hay un mayor riesgo de que su identidad pueda resultar maltrecha, incompleta, sectorizada y parcialmente mutilada o estructurada de forma incorrecta y, por consiguiente, insatisfactoria.

El niño tiene derecho, además, a ser protegido contra esa patología adicional que deriva de su exposición a los factores de riesgo, a que ya se ha aludido, derivados del comportamiento de sus "padres" adoptivos.

En el niño que sea adoptado por homosexuales no se satisfarían los criterios que definen la adopción, por lo que propiamente se incurriría en una adopción sin adopción, en una ficción jurídica.

El fin de la adopción es la protección del menor desvalido y no la satisfacción de los adultos/as, que no pueden engendrar descendencia alguna. De otra parte, como se sostiene en el viejo principio jurídico, adoptio imitat naturam, la adopción debe imitar la naturaleza. Se trata de la naturaleza de la familia constituida por el padre y la madre adoptantes, con unas relaciones estables, de manera que se facilite el crecimiento y desarrollo de la persona adoptada.

He aquí algunas de las razones que, desde una perspectiva exclusivamente profesional, legitiman el "no" a la adopción por "padres" homosexuales. Lo que está aquí en juego no es la aceptación o el rechazo de la homosexualidad, una cuestión social que, por su importancia, debe debatirse; sino el hecho de conculcar en los más desvalidos -los niños y niñas adoptadas- su ius, su debitum, lo que les es debido, aquello que les pertenece, lo que les es propio: su derecho a la salud psíquica y a una identidad personal bien configurada, su derecho a ser educados, convivir y recibir el necesario afecto del padre y de la madre, y aprender también del cariño que sus padres se tienen, de forma que también él o ella se sientan atraídos algún día por personas de distinto sexo.