2005-02-21

AMENAZA A LAS LIBERTADES

Este artículo me confirma que no soy una rara avis, o quizás sí pero al menos me complace verme reflejado en las opiniones de personas como Juan Souto.


Con él llegó la regresión

Por Juan Souto Coelho

Con él llegó la regresión
¿Existe el peligro de regresión de la democracia en España? Hice esta pregunta a varios amigos y la tónica de las respuestas fue ésta: no seas exagerado; me extraña esa pregunta en una persona tan moderada como tú... Les expresé mi preocupación sobre algunos hechos y algunas tentaciones del poder, durante el último año, y terminamos pensando que estamos ante una cuestión de fondo.

Es verdad que no podemos ser unos perfeccionistas y unos permanentes criticones. Todo lo humano es perfectible; y la democracia no es un sistema perfecto ni un producto final, es un proceso; vivir en democracia es acrecentar cada día más escenarios y experiencias de libertad, participación, respeto a la ley y a los derechos de las personas... Así lo dice la Constitución Española en el artículo 10.1 y lo fundamenta todo en la dignidad de la persona.
Sin embargo, yo percibo el peligro real de que vamos camino de una sociedad intervenida y una democracia controlada, es decir, de una dictadura silenciosa, como en los peores años de la corrupción y los GAL, de Felipe González. Al menos, es lo que yo intuyo a tenor de hechos que falsean el derecho a la libertad de educación, información y expresión, entre otros.
Un año y medio antes del célebre 14M, Zapatero empezó un peligroso camino de regresión en las formas democráticas. Recuerdo la agitación callejera, los paseos con las fotos de los ministros y la acusación de asesinos, los asedios a las sedes de los populares, en fin, una larga lista… Con todo y después de todo, estaba preparado el clima social para lo que nos vendría encima el 11M y en los días posteriores de agitación y mentiras. Para gobernar en orden al bien común y administrar el poder con justicia, Zapatero no debe olvidar en qué circunstancias llegó al poder; y debería reconocer con humildad de qué modo le ayudaron a sacar la gran tajada de poder político del que goza.
Una vez en Moncloa, a pesar de la sonrisa, tardó poco en mostrar el mismo estilo que había cultivado en la calle. Lleva menos de un año en el poder, y yo diría que se acumulan demasiados síntomas de una sociedad intervenida y una democracia controlada. Han intervenido y llevado la inestabilidad al ámbito de la educación, en el cual la Ley de Calidad de los Populares había conseguido crear ilusión en el profesorado y en las familias; han roto de manera unilateral el Pacto por la Justicia para hacer apresuradamente la ley que les gusta; en los medios de comunicación, la concentración de medios en manos de los que les son afines y la obstaculización de los que discrepan... es más de lo mismo. Los hechos están ahí y son numerosos.
Así estamos con Zapatero, en lo que al desarrollo de la democracia se refiere. Aunque hay más signos de regresión que afectan a la vida democrática cotidiana. Desde el ámbito del Gobierno de Zapatero y de los círculos que le apoyan, a nuestras discrepancias llaman crispación; a la manifestación de otras aportaciones al grave problema de la inmigración llaman xenofobia y racismo; a la voluntad de los católicos de participar como uno más en la sociedad llaman privilegios del pasado; al derecho a expresar públicamente nuestras creencias más profundas llaman costumbres e ideas rancias y trasnochadas; si osamos manifestar una opinión democrática contraria a la suya, nos llaman fascistas. ¿No es todo esto un recurso totalitario a estrategias de intimidación, coacción, obstaculización y marginación, que limitan la libertad?
Zapatero y sus círculos son así; en ellos reside el bien, la libertad, los valores democráticos; ellos son justos y solidarios, porque la izquierda es por naturaleza justa y solidaria; ellos son la ley y el reglamento; son la generosidad y la responsabilidad democrática; ellos son los aristócratas, los privilegiados por el destino para ejercer el poder político. Es decir, Zapatero es la regresión.
Cuando una sociedad y una democracia prescinden de desarrollar un entramado institucional y cultural fundado en valores y principios propios de la dignidad de las personas, fácilmente degenera en la demagogia y en prácticas políticas contrarias a la libertad y la justicia.
Para desarrollar la calidad de nuestra democracia, aquí no sobra nadie y hay mucho que hacer. Los católicos tenemos que asumir nuestra responsabilidad con humildad y espíritu de servicio; sabiendo que los principios y valores que rigen la vida democrática nacieron históricamente de la experiencia cristiana y de los valores morales del cristianismo.