2005-04-26

Carta al Presidente R. Z.

Excmo. Sr. Presidente:

Como quizás usted ignore, yo soy uno de tantos ciudadanos españoles que no comparten sus ideas, ni se encuentran satisfechos con sus insulsas patochadas, y lamentablemente sufrimos sus ofensas al entendimiento y el insulto a la honestidad.
Tal vez usted ignore qué difícil resulta encontrar entre sus correligionarios a una persona honesta, íntegra moral o éticamente, respetuosa sin rencor o rabia. Educada en convicciones de profundo humanismo y altura cultural. Y lo más difícil es encontrar entre las filas de su partido a una persona humilde, trabajadora, entregada, abnegada, luchadora por buscar la verdad, persiguiendo la concordia, la reconciliación. Alguien esforzado por el bienestar de los demás, renunciando incluso a la vida propia.
Tal vez, Sr. Presidente, ignore usted que existan estos valores en las personas de este mundo, y quizá tenga que admitir que tiene usted razón, porque no son de este mundo. Son espíritus nobles que aquí rehúyen lo mundano: la vanidad, la gloria, el poder, la fama...
Quienes buscan con fe, esperanza, entrega desinteresada -caridad-, prudencia, etc., no pueden ser ofendidos y despreciados constantemente por quien se propugna como adalidid de las libertades y del diálogo.

Y para finalizar, Sr. Presidente, si quiere ser honesto, califique su talante y su disposición al diálogo con los adjetivos que le correspondan, porque el talante que muestra hacia quienes no compartimos sus opiniones e ideas, no parece bueno, y el diálogo que ofrece está dirigido a quienes, como usted, disfrutan ofendiéndonos.

Atentemente, señor, reciba un cordial saludo.