¿Estado de la Nación?
Hoy se inicia el debate anual sobre algo que comienza a desvanecerse, como casi todo, ahora que el Gabinete está en poder de los socialistas. Pero tan trascendental asunto pasa casi desapercibido -¿ven como es cierto que todo se difumina imprecisamente?- ante los graves insultos a la dignidad que protagonizan sectores de socialistas en esos rincones de la tan añorada España.
En estas mismas páginas he recogido ya otras palabras para socialistas y sólo puedo remitirme nuevamente a ellas, porque inútil sería -como ya los hechos demuestran que inútil ha sido- repetirlas.
Quisiera equivocarme pero temo que se está fraguando un drama, aun cuando estemos en el primer acto. El planteamiento se sintetiza en los siguientes hechos:
1. La infamia provoca la constitución de un gobierno que renuncia a su legitimidad, entregándose y, sobre todo, carente de escrúpulos.
2. El gobierno promueve la destrucción del Estado constituído, ignorando los procedimientos legítimos reconocidos en la vigente Constitución y en el ordenamiento jurídico.
3. Los pactos secretos -ocultados a los ciudadanos y a las instituciones- provocan unas actuaciones sorprendentes y descabelladas pero, sobre todo, muy preocupantes por las repercusiones sociales, económicas, etc.
A estas alturas, no es posible ignorar que los socialistas en el poder -que no en el gobierno, porque España no ha estado nunca más desgobernada- están pactando hasta con el diablo. Y no sabemos para qué.
Si sospechosa -incluso para los pocos socialistas con dignidad- resultaba la actuación del Gobierno ante la estrategia nacional socialista en Cataluña, nacional terrorista en el País Vasco, la confirmación de los apoyos parlamentarios que sustentan el poder de los socialistas, aclara todas las dudas y despeja -salvo para quienes no quieren ver- el panorama de indignidad e ignominia que promueve el Sr. Rodríguez y sus secuaces.
¿Para qué sirven las voces de Gotzone Mora, Rosa Díez, Francisco Vázquez...?
Irán callando esas voces, como callaron las voces de Nicolás Redondo, Antonio Asunción...
En estas mismas páginas he recogido ya otras palabras para socialistas y sólo puedo remitirme nuevamente a ellas, porque inútil sería -como ya los hechos demuestran que inútil ha sido- repetirlas.
Quisiera equivocarme pero temo que se está fraguando un drama, aun cuando estemos en el primer acto. El planteamiento se sintetiza en los siguientes hechos:
1. La infamia provoca la constitución de un gobierno que renuncia a su legitimidad, entregándose y, sobre todo, carente de escrúpulos.
2. El gobierno promueve la destrucción del Estado constituído, ignorando los procedimientos legítimos reconocidos en la vigente Constitución y en el ordenamiento jurídico.
3. Los pactos secretos -ocultados a los ciudadanos y a las instituciones- provocan unas actuaciones sorprendentes y descabelladas pero, sobre todo, muy preocupantes por las repercusiones sociales, económicas, etc.
A estas alturas, no es posible ignorar que los socialistas en el poder -que no en el gobierno, porque España no ha estado nunca más desgobernada- están pactando hasta con el diablo. Y no sabemos para qué.
Si sospechosa -incluso para los pocos socialistas con dignidad- resultaba la actuación del Gobierno ante la estrategia nacional socialista en Cataluña, nacional terrorista en el País Vasco, la confirmación de los apoyos parlamentarios que sustentan el poder de los socialistas, aclara todas las dudas y despeja -salvo para quienes no quieren ver- el panorama de indignidad e ignominia que promueve el Sr. Rodríguez y sus secuaces.
¿Para qué sirven las voces de Gotzone Mora, Rosa Díez, Francisco Vázquez...?
Irán callando esas voces, como callaron las voces de Nicolás Redondo, Antonio Asunción...
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