2005-03-11

Infamia o asesinato

Médicos holandeses justifican la eutanasia de 22 niños con espina bífida
Los facultativos del Hospital Universitario de Groningen defienden un protocolo para evitar que los médicos sean acusados de asesinato y puedan declarar los casos
N. RAMÍREZ DE CASTRO

Un bebé prematuro en una unidad de cuidados intensivos pediátricos


MADRID. Dos pediatras del Hospital Universitario de Groningen, una localidad al norte de Holanda, desvelaron a principios de año que en su país se aplicó la eutanasia a 22 bebés que nacieron con la forma más grave de espina bífida, una malformación del tubo neural. Eduard Verhagen y Pieter Sauer dijeron que sus colegas habían aplicado «reglas estrictas de conducta médica», a pesar de que la eutanasia infantil está prohibida en Holanda.

Ahora, los mismos pediatras insisten en su defensa en un artículo que se publica en el último número de la revista médica «New England Journal of Medicine», tras la «incomprensión» que han sufrido en la prensa internacional. En el texto piden que se clarifique la legislación y se incorporen protocolos o códigos de actuación para que los médicos sepan cómo actuar cuando un niño nace «con una grave enfermedad y un sufrimiento insoportable que no puede aliviarse».

Cuatro muertes bajo el protocolo

Verhagen y Sauer proponen el «protocolo Groningen», elaborado en su hospital y con el que ya se han guiado para facilitar la muerte de cuatro bebés gravemente enfermos. Esta guía de actuación «proporciona información necesaria para enfrentarse a los interrogatorios de la policía y no ser acusados de asesinato», explican.

En este mismo artículo también desvelan que la eutanasia infantil es una práctica más común en Holanda de lo que pudiera pensarse y que cada año se ayuda a morir entre 15 y 20 recién nacidos enfermos, aunque sólo se comunican una media de tres muertes deliberadas. «Todos estos casos deberían salir a la luz si se quieren evitar casos incontrolados», afirman.

Creen que los procedimientos para poner fin a la vida deben aceptarse también para los recién nacidos, «bajo condiciones muy estrictas y siempre que los padres estén de acuerdo», escriben los médicos holandeses.

Por otro lado, recuerdan que en Estados Unidos y Europa la mayoría de los neonatólogos consideran una buena práctica no iniciar un tratamiento o prolongar innecesariamente la vida en bebés que no tienen ninguna oportunidad de sobrevivir. «Los neonatólogos holandeses y la gran mayoría de Europa están convencidos de que el cuidado intensivo no es un objetivo en sí mismo porque es inaceptable para su calidad de vida», escriben.

Sin embargo, expertos españoles recordaron ayer la necesidad de distinguir entre la retirada de tratamientos inútiles para evitar sufrimientos inútiles y la muerte asistida. En ese sentido, Antonio Pardo, experto en Bioética de la Universidad de Navarra señaló: «Si el caso es imposible de aliviar, ¿acaso no tienen la sedación terminal? Nunca hace falta matar».

El catedrático Alfonso Delgado y presidente de la Asociación Española de Pediatría insiste en la misma línea: «No se puede aceptar la muerte provocada de un niño. Contamos con fórmulas para aliviar el dolor, por grave que sea. Si aceptamos la eutanasia en un niño con espina bífida que puede llevar una vida aceptable, aunque dependa de una silla de ruedas, ¿dónde ponemos el corte?, ¿por qué no lo hacemos con un niño con cojera?», se preguntó.

La eutanasia es legal en Holanda desde 1985, pero en mayores de 16 años. La ley excluye a bebés o a enfermos que no pueden manifestar su voluntad. Sin embargo, en estos 22 casos la justicia holandesa decidió no penalizar al conocer las explicaciones de los médicos. «Todos hubieran necesitado una veintena de cirugías y sin garantías», dijeron.