2005-06-23

Libertad y Democracia

El derecho de todos
POR CONDOLEEZA RICE
SECRETARIA DE ESTADO DE ESTADOS UNIDOS
Publicado en ABC el 23 de junio de 2005


EN nuestro mundo de hoy, un número creciente de hombres y mujeres están logrando su libertad. Y esa gente consigue el poder de elegir, crea gobiernos democráticos para proteger sus derechos naturales. Todos debemos mirar hacia un futuro en el que cada gobierno respete la voluntad de sus ciudadanos, porque el ideal de la democracia es universal.


Durante sesenta años, Estados Unidos ha buscado la estabilidad a costa de la democracia en el Medio Oriente, y no conseguimos ninguna de las dos. Ahora tomamos un rumbo diferente. Apoyamos las aspiraciones democráticas de todos. Sabemos que esos avances no se conseguirán fácilmente, ni todos a la vez. Sabemos que las diferentes sociedades encontrarán diferentes formas de lograr esa democracia. Cuando hablamos de democracia, nos referimos a los gobiernos que protegen ciertos derechos fundamentales de todos sus ciudadanos; entre ellos, el derecho de expresarse libremente. El derecho de asociarse. El derecho de practicar la religión que se desee. La libertad para educar a sus hijos, niños y niñas. Y vivir libres de la llamada de la policía secreta en la puerta a medianoche. Asegurar estos derechos es la esperanza de cada ciudadano, y la obligación de cada gobierno. En mi propio país, el progreso hacia la democracia ha sido largo y difícil. Y, teniendo en cuenta nuestra historia, Estados Unidos no tiene ninguna razón para sentirse falsamente orgulloso, y todas las razones para sentirse humilde.


Norteamérica fue fundada por individuos que sabían que todos los seres humanos -y los gobiernos que estos crean- son inherentemente imperfectos. A fin de cuentas, Estados Unidos nació mitad libre y mitad esclavo. Y fue sólo durante los años que llevo vividos que mi gobierno le garantizó a todo su pueblo el derecho de votar. A pesar de todo, los principios atesorados en nuestra Constitución permiten a los ciudadanos de convicciones firmes llevarnos aún más cerca del ideal de la democracia.


En el Medio Oriente, el largo y esperanzador proceso del cambio democrático comienza ahora. Millones de personas reclaman libertad para sí mismas y democracia para sus países. En Irak, millones de ciudadanos se niegan a entregar al terrorismo sus sueños de libertad y democracia. Cuando Bagdad fue diseñada por primera vez, hace 1.200 años, se la concibió como la «Ciudad Circular», una ciudad en la que ningún ciudadano estaría más cerca que ningún otro del centro de la justicia.


Hoy, luego de décadas de asesinato, tiranía e injusticia, los ciudadanos de Irak van alcanzando otra vez los ideales de la Ciudad Circular. A pesar de los violentos ataques de hombres malvados, los iraquíes comunes y corrientes exhiben un gran valor personal y una resolución notable. Y a cada paso del camino, desde la recuperación de la soberanía a la celebración de elecciones, y ahora a la redacción de una constitución, el pueblo de Irak supera todas las expectativas. El pueblo palestino también ha hablado. Y su gobierno libremente elegido trabaja para aprovechar la mejor oportunidad que ha habido en años de realizar su histórico sueño de llegar a ser un Estado. Líderes valerosos, tanto palestinos como israelíes, se han dedicado a la causa de la paz. Y trabajan para crear una confianza compartida. La Autoridad Palestina pronto asumirá el control de Gaza, un primer paso hacia la realización de la perspectiva de dos estados democráticos que viven uno junto a otro, en paz y seguridad. Mientras los palestinos combaten contra el terrorismo, y los israelíes cumplen con sus responsabilidades de ayudar a crear las condiciones de un estado viable, el mundo entero -especialmente Egipto y Estados Unidos- continuará ofreciendo su pleno apoyo.


En el Líbano, los defensores de la democracia reclaman la independencia de los amos extranjeros. Tras el asesinato de Rafiq Hariri, millares de ciudadanos libaneses reclamaron un cambio. Y cuando el asesinato del periodista Samir Qaseer les recordó a todos hasta dónde llega la brutalidad y el terror, el pueblo libanés se mantuvo sin temor. Observaron el duelo por su compatriota uniéndose en público con plumas y lápices en alto. No es sólo el pueblo libanés el que desea liberarse del estado policial de Siria. El pueblo sirio también comparte esa aspiración. El caso de Siria es especialmente grave, porque mientras sus vecinos se adhieren a la democracia o a otras reformas políticas, Siria acoge o apoya directamente a grupos comprometidos con la violencia, en el Líbano, en Israel, en Irak y en los territorios palestinos. Es hora de que Siria haga una opción estratégica para unirse al progreso que hay en todo su entorno. En Irán, el pueblo pierde la paciencia frente a un régimen opresor que le niega su libertad y sus derechos. La apariencia de las elecciones no enmascara la crueldad organizada del régimen teocrático de Irán. El pueblo de Irán es capaz de vivir en libertad. Desea la libertad. Y merece la libertad. En Arabia Saudí, ciudadanos valientes exigen un gobierno responsable. Y con las recientes elecciones municipales se han dado algunos de los primeros pasos hacia la apertura. Pero mucha gente paga todavía un precio injusto por ejercer sus derechos fundamentales. En El Cairo, la decisión del presidente Mubarak de enmendar la constitución de su país y celebrar elecciones multipartidistas, es alentadora. El presidente Mubarak ha abierto la puerta del cambio. Pero, ahora, el gobierno egipcio debe tener fe en su propio pueblo. El gobierno egipcio debe cumplir la promesa que le hizo a su pueblo, y al mundo entero, dándoles a sus ciudadanos libertad para elegir. Las elecciones en Egipto, inclusive las elecciones parlamentarias, deben cumplir con normas objetivas que definen cada elección libre. Los grupos de oposición deben estar en libertad de reunirse, participar, y hablar con los medios. La votación debe ocurrir sin violencia ni intimidación. Aquellos que participan en elecciones, tanto partidarios como oponentes del gobierno, también tienen responsabilidades. Deben aceptar el imperio de la ley, rechazar la violencia, respetar las normas de las elecciones libres y aceptar pacíficamente los resultados.


Hay algunos que dicen que la democracia es algo que se impone. De hecho, la verdad es todo lo contrario: la democracia nunca se impone. Es la tiranía la que se impone. Hay algunos que dicen que la democracia conduce al caos, al conflicto y al terrorismo. De hecho, la verdad es todo lo contrario: la libertad y la democracia son las únicas ideas lo bastante poderosas como para superar el odio, la división y la violencia. El sistema democrático no puede funcionar si ciertos grupos tienen un pie en el terreno de la política y un pie en el terreno del terrorismo.


Hay algunos que dicen que la democracia destruye las instituciones sociales y erosiona las normas morales. De hecho, la verdad es todo lo contrario: el éxito de la democracia depende del carácter en la vida pública y la virtud en la vida privada. Hay algunos que dicen que el progreso económico y social a largo plazo puede lograrse sin que haya mentes libres y mercados libres. De hecho, el potencial y la creatividad humana sólo se liberan por completo cuando los gobiernos confían en sus pueblos e invierten en el futuro de sus pueblos. La educación, para los hombres y para las mujeres, transforma sus sueños en realidad y les permite superar la pobreza. Hay algunos que dicen que la democracia es sólo para hombres. De hecho, la verdad es todo lo contrario: una democracia a medias no es una democracia.


Hoy, en todo el Medio Oriente, millones de ciudadanos hacen oír sus aspiraciones de libertad y democracia. Hoy, la libertad está amenazada por gobiernos no democráticos. Algunos creen qu este es un hecho permanente de la historia. Hoy, la libertad esta amenazada por gobierno no democráticos. Y algunos creen que eso es un factor permanente de la historia. A estos patriotas impacientes se los puede encontrar en Bagdad y en Beirut, en Riyad y en Ramala, en Amán y en Teherán, y en El Cairo.


Juntos, definen una nueva norma de justicia para nuestra época, una norma que es clara, poderosa e inspiradora: la libertad es la aspiración universal de todas las almas, y la democracia es el camino ideal para todas las naciones. Se acerca el día en que la promesa de un mundo totalmente libre y democracia, que una vez se creyó que era imposible, también parecerá inevitable. Un futuro esperanzador está al alcance de cada ciudadano y de cada hombre y mujer del Medio Oriente. La opción les corresponde a ellos. Pero ellos no están solos. Todas las naciones libres son sus aliados. Juntos, optemos por la libertad y la democracia para nuestras naciones, para nuestros hijos y para nuestro futuro.