17 árboles en Afganistán
17 árboles en Afganistán
Carta abierta publicada en Análisis Digital
José Carlos Navarro Muñoz. Mérida (Badajoz)
Carta abierta publicada en Análisis Digital
José Carlos Navarro Muñoz. Mérida (Badajoz)
Enterándome sobre una positiva iniciativa de ascender a título póstumo a las víctimas del Yak-42, me viene el recuerdo conmemorativo en estas fechas de los 17 de Afganistán, con sus 17 árboles plantados en Herat. Sus compañeros siguen en la misma misión sin cambio de las instrucciones por las que se desplegaron. No hay cambios a excepción de la presencia de nuestros valientes soldados. En misión de paz fueron y la paz eterna merecerían con su esclarecimiento del porqué y cómo murieron. La celeridad de la destrucción de helicópteros es similar a la de los trenes, no ayudan a los eternos descansos.
Estos 17 árboles de espigado crecimiento buscan desde Afganistán el cielo eterno, necesitando ser abonados con el justo reconocimiento que pasa por la verdad de lo allí ocurrido. Murieron armados y el distintivo rojo les fue negado. La palabra paz niega la distinción merecida al soldado, con pantagruélicas olas de manos de presidente, ministro y la obligada obediencia militar debida.
Llega la Navidad para decorar esos queridos árboles que enjuguen las lágrimas de familiares, sirviendo de oración por su descanso eterno. Árboles de Navidad en tierras lejanas donde habitan las almas de 17 de los nuestros, que acompañan y necesitan ser acompañados.
Justo reconocimiento a las víctimas del Yak-42, obligado solicitarlo para los de Afganistán por los civiles para los obligados silentes soldados.
Distintivo rojo sobre la masa arbórea que en Afganistán los recuerda, envolviendo la verdad sobre cómo allí por España su vida entregaron.
Una oración por sus almas. Cercana la Navidad sirvan estas palabras para sus familiares, en recuerdo público. Lejos de aniversarios de cúpulas militares y gubernamentales donde ni sus familiares asistieron -o fueron invitados-.
Siempre en el recuerdo.
Estos 17 árboles de espigado crecimiento buscan desde Afganistán el cielo eterno, necesitando ser abonados con el justo reconocimiento que pasa por la verdad de lo allí ocurrido. Murieron armados y el distintivo rojo les fue negado. La palabra paz niega la distinción merecida al soldado, con pantagruélicas olas de manos de presidente, ministro y la obligada obediencia militar debida.
Llega la Navidad para decorar esos queridos árboles que enjuguen las lágrimas de familiares, sirviendo de oración por su descanso eterno. Árboles de Navidad en tierras lejanas donde habitan las almas de 17 de los nuestros, que acompañan y necesitan ser acompañados.
Justo reconocimiento a las víctimas del Yak-42, obligado solicitarlo para los de Afganistán por los civiles para los obligados silentes soldados.
Distintivo rojo sobre la masa arbórea que en Afganistán los recuerda, envolviendo la verdad sobre cómo allí por España su vida entregaron.
Una oración por sus almas. Cercana la Navidad sirvan estas palabras para sus familiares, en recuerdo público. Lejos de aniversarios de cúpulas militares y gubernamentales donde ni sus familiares asistieron -o fueron invitados-.
Siempre en el recuerdo.
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