2005-07-04

Un mundo al revés

Evaristo de Vicente.
Doctor en derecho y Redactor jefe de Opinión de Análisis Digital


La mejor forma de vencer a ETA es concederle todo lo que pida; concesiones conseguidas por la presión hecha con atentados y armas: coches bomba y tiros en la nuca.

Ahora no es la autoridad la que indulta a un delincuente de las penas de prisión o incluso de la pena capital, sino que son los delincuentes asesinos de ETA los que indultan a los políticos y siguen manteniendo la pena de muerte al resto de los ciudadanos no-políticos. Quizá explica esto el afán de poseer un cargo en la Administración y lo difícil que resulta dejar el cargo político. Va en ello la vida.

La manifestación con cerca de un millón a favor del auténtico matrimonio y de la familia, es silenciada o reducida, en primer término, por el gobernador civil del franquismo, como se le llamaba antes, actualmente Delegado del gobierno de Madrid, y, después por la TVE y el periódico del ejecutivo del PSOE. El presidente del gobierno socialista español no recibe a ningún representante de ese millón de manifestantes y, sí, quiere aparecer en la portada de la revista de homosexuales: que cada vez aparecen más claramente como los “niños mimados de papá ZP”. Es evidente un deseo de herir susceptibilidades.

Ha quedado claro, pues, que desde el 18 J no interesa al ejecutivo socialista la defensa del matrimonio, por eso es lógica la comparecencia de gentes del gabinete socialista desde ministra hasta gentes del ayuntamiento, todos del PSOE en manifestación reivindicativa de gays este fin de semana en Madrid; esto lo entendemos porque como no era sobre defensa del matrimonio, por eso habrán ido; debería de tratarse de otra cosa propia de los gays y lesbianas. Que respetamos, claro.

Cuando en una democracia, una entidad formada por padres recoge tres millones de firmas –es lo más sensible en democracia, el número— pidiendo algo, por ejemplo, clases de religión para los hijos, entonces, los presidentes, en las democracias, se apresuran a recibir a los que han logrado tantas firmas solicitantes, más aún si esos presidentes han alardeado de “dialogantes” (antes de las elecciones). En España, no. El presidente socialista español, no. El socialismo, no.

En una Nación normal, cuando un científico habla sobre un tema sobre el que está estudiando más de treinta años, y ha publicado sobre la homosexualidad más de 40 libros, y ha hablado con miles de personas afectadas por la homosexualidad, es lógico que pueda elaborar unas estadísticas y emitir unas conclusiones. Conclusiones, desde luego más certeras o más presumiblemente próximas a la verdad que lo que pueda decir sobre la homosexualidad, aunque él lo sea, un cargo político, por ejemplo un concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, portavoz de Empleo y Servicios al Ciudadano del grupo socialista, y, además miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE, pongamos por caso, porque todo esto son cargos, y los cargos dan sueldos sustanciosos pero no conocimientos científicos.

Y en este sentido, en una sociedad normal, cuando este mismo científico es traído al foro público por un partido político para hablar de un tema por ser experto y catedrático en la materia, los políticos de ese partido no piden perdón a la sociedad por las conclusiones científicas de ese catedrático, ni se avergüenzan de él, ni le dejan solo y tirado al comprobar que no dice “lo políticamente correcto”, sino que lo respaldan y lo aúpan a ver si le conceden mayores premios a nivel internacional para la gloria del propio país.

Antes, en las democracias, gobernaban los que obtenían la mayoría de votos, o por un plausible ideario político y económico buscando el mayor bien posible para todos. Ahora un grupo de republicanos de izquierda en Cataluña (ERC), un puñado del Partido Comunista de las Tierras Vascas (PCTV) ; un grupete de gallegos, los menos votados y más radicales de entre los gallegos (BNG), unidos con gente de los que están en el actual gobierno (PSOE) en sus distintas versiones según sea Cataluña (PSC), o en noroeste de España (PSG),o en partidos con similar política de unión con los radicales como en la Comunidad Vasca (PNV), son los que imponen las normas para los españoles, sin hacer nada por impedirlo o con permiso del presidente del gobierno.

En democracia no hay secretos y, menos, si afectan a temas capitales como, por ejemplo el terrorismo, pero el presidente del gobierno que alcanzó dicha presidencia aprovechando precisamente el miedo en momentos de graves ataques terroristas en España, le manifiesta al representante de la Asociación de Victimas del Terrorismo más numerosa e importante de España, que “se fíe de él” pero que no puede decirle más porque no puede desvelar los secretos de los tratos y concesiones que tiene con ETA por seguridad nacional. Tratos que parecen volver a confirmarse este fin de semana.

En un mundo que no fuera al revés, todo se le podría perdonar a quien, arrepentido, pide perdón y promete no volver a cometer asesinatos. Aquí, en esta legislatura, a quien celebra con champagne cuando se produce un atentado terrorista y él mismo había cometido los suyos cuando no estaba en la cárcel, a la que fue por once atentados en los que murieron 25 personas y se le había puesto una pena de unos tres mil años –es el perfil de Juana Chao--, este tal es perdonado porque hay un juez que no ve indicios. O cuando un grupo de jóvenes se dedica a destrozar calles y a incendiar y a romper escaparates y todos saben que son los “cahorros de ETA”, en vasco debe decirse “Kaleborroca” , va otro juez y tampoco ve filiaciones ni parentescos con los asesinos.

Un mundo al revés, una España al revés: ¡qué lejos están las elecciones!