¿Quién nos gobierna?
Constato con estupor que mis últimas notas plantean interrogantes, cada vez más angustiosos.
La inquietud de hoy plantea una cuestión retórica, porque no creo que exista una respuesta sensata, tratándose más bien de resolver el problema recurriendo al método de reducción al absurdo. Mas resulta dramático verificar que la solución no es lo opuesto al absurdo del planteamiento, sino que es el propio absurdo.
Tenemos un gobierno disparatado, un gobierno que actúa proponiendo disparate tras disparate, terminando por entretener a un parlamento ausente y sin concretar ninguna actuación legislativa.
Bueno, algunas iniciativas legislativas sí tiene: promover la paridad en el trabajo doméstico, o incentivar las familias homosexuales con posibilidad de adopción de infantes, o jibarizar la vivienda de protección oficial, o permitir que las emisiones del Sr. Polanco lleguen a todos.
Las actuaciones del gobierno resultan algo bochornosas, cuando no son insultantes y ofensivas:
Reclama una alianza de civilizaciones negándose a mantener la dignidad de su propia civilización, repudiando, por ignaro, la misma esencia cultural, política, económica, social que originó la civilización más avanzada y respetuosa con la dignidad de la persona que existe en el mundo.
Reclama una paz mientras provee de armas a quienes muestran un desprecio total hacia el respeto de los derechos humanos.
Se arroga con el título de tolerante quien no pierde ocasión de menospreciar al adversario, ofender a quienes no comparten sus ideas y perseguir a los que pensamos..., iba a añadir que de manera diferente, pero va a resultar que somos los únicos que pensamos.
España ha iniciado con este Gobierno un viaje sin rumbo. Navega hoy por la inercia de su anterior impulso y es arrastrado por una corriente extraña. Dentro, mientras unos acaparan lo que tienen a mano, otros rapiñan los restos que nadie quiere atender.
La inquietud de hoy plantea una cuestión retórica, porque no creo que exista una respuesta sensata, tratándose más bien de resolver el problema recurriendo al método de reducción al absurdo. Mas resulta dramático verificar que la solución no es lo opuesto al absurdo del planteamiento, sino que es el propio absurdo.
Tenemos un gobierno disparatado, un gobierno que actúa proponiendo disparate tras disparate, terminando por entretener a un parlamento ausente y sin concretar ninguna actuación legislativa.
Bueno, algunas iniciativas legislativas sí tiene: promover la paridad en el trabajo doméstico, o incentivar las familias homosexuales con posibilidad de adopción de infantes, o jibarizar la vivienda de protección oficial, o permitir que las emisiones del Sr. Polanco lleguen a todos.
Las actuaciones del gobierno resultan algo bochornosas, cuando no son insultantes y ofensivas:
Reclama una alianza de civilizaciones negándose a mantener la dignidad de su propia civilización, repudiando, por ignaro, la misma esencia cultural, política, económica, social que originó la civilización más avanzada y respetuosa con la dignidad de la persona que existe en el mundo.
Reclama una paz mientras provee de armas a quienes muestran un desprecio total hacia el respeto de los derechos humanos.
Se arroga con el título de tolerante quien no pierde ocasión de menospreciar al adversario, ofender a quienes no comparten sus ideas y perseguir a los que pensamos..., iba a añadir que de manera diferente, pero va a resultar que somos los únicos que pensamos.
España ha iniciado con este Gobierno un viaje sin rumbo. Navega hoy por la inercia de su anterior impulso y es arrastrado por una corriente extraña. Dentro, mientras unos acaparan lo que tienen a mano, otros rapiñan los restos que nadie quiere atender.
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