El feto un paciente más.
Artículo publicado en Análisis Digital.
Isabel Viladomiu Olive.
Psicóloga. Master en Bioética y Derecho. Asociación Catalana de Estudios Bioéticos.
Isabel Viladomiu Olive.
Psicóloga. Master en Bioética y Derecho. Asociación Catalana de Estudios Bioéticos.
Leía la noticia aparecida en Diario Médico el pasado 31 de mayo de 2005 y no podía dar crédito a lo que estaba leyendo. Después de algunos años de dedicarme full time a la Bioética, de ir siempre a remolque de noticias nefastas contestando a iniciativas tanto científicas como legislativas irreconciliables con el respeto a la vida, leía una que me llenaba de esperanza por su forma de reconciliar el avance científico con el respeto a la vida. El titular de la noticia decía: “Debemos ver al feto como un paciente más” y lo ha dicho el Dr. James Huhta, de la Universidad de Florida, que ha declarado que la posibilidad de corregir las malformaciones cardiacas congénitas mediante el intervencionismo fetal ha hecho que el feto pase a ser considerado un paciente más.
El III Congreso Nacional de Cardiología Pediátrica y Cardiopatías Congénitas, celebrado en Madrid, ha puesto de manifiesto que la cirugía intraútero ya es una realidad para el abordaje de ciertas malformaciones congénitas y que por tanto, aunque “no todos estén de acuerdo”, debemos tratar al feto antes de que abandone el vientre materno. Los que no están de acuerdo, ya todos sabemos a qué cultura pertenecen, a la cultura en la que no caben los enfermos ni los problemas. ¿Qué ha pasado para que el Dr. James Huhta haga esta petición y hable de un deber ante el no nacido al que se ha diagnosticado una malformación cardiaca? Que la medicina siempre ha tenido, desde los tiempos de Hipócrates y debería seguir teniendo, el compromiso en la salvaguarda de la vida, especialmente de los enfermos. Ante la posibilidad de operar al feto, éste ha pasado de ser “algo” enfermo a ser “alguien” sujeto de las nuevas terapias. El desarrollo de los ultrasonidos, una técnica que hace al útero transparente y permite explorar el crecimiento fetal junto con la intervención intrauterina, ofrece esta nueva posibilidad.
Hace unos cuantos años que tenemos ultrasonidos para ver lo que pasa en el útero materno aunque esta técnica no ha cambiado ni un ápice la cultura actual de muerte que ha utilizado la ecografía para seleccionar los enfermos de entre los sanos, los niños de las niñas como en China. Vemos al feto pero no lo reconocemos como prójimo. Y ésta es la gran cuestión. La técnica puede ayudar, pero el cambio necesario debe venir de nuestras cabezas y nuestros corazones. El avance en terapias fetales puede repercutir en que se inicie este cambio. Esto es dar un paso adelante en el respeto a la vida en su etapa fetal. Si se empieza a hablar de éxitos en intervenciones cardiacas en fetos, ¿quién le negara su condición de niño muy pequeño? Me imagino al médico convenciendo a la madre para que luche por su hijo con una malformación cardiaca. Quizá mi deseo de que esto fuera de esta manera y no de otra me mueve a interpretar este avance tan positivamente.
La noticia también habla de los mejores momentos para llevar a cabo estas intervenciones sobre el feto que dice son entre las 17 ó 18 semanas de gestación. El aborto está despenalizado hasta las 22 semanas en nuestro ordenamiento jurídico. ¿Qué pasará si los podemos operar y devolver al útero para seguir en su camino hacia el parto? Es evidente que las leyes que permiten la atrocidad del aborto son las leyes más injustas que ha habido en la historia de la humanidad. ¿Qué vamos a hacer ahora? El avance tecnológico se pone, esta vez, a favor de la realidad y al servicio de la vida, haciendo tambalear los pilares de una cultura de muerte que nos ahoga, pero que nadie duda en que es la mentira más grande que ha sido nunca pronunciada y sobre la que no se puede edificar una ciencia al servicio de la vida. No conozco a ningún profeta que me explique como se operará el cambio tan querido y esperado por muchos, un cambio que reconozca el valor ontológico de cada vida humana y los derechos que le son intrínsecos, pero nadie duda que la realidad, la razón y la verdad van de la mano y muy juntitas. ¡Bravo! al Dr. James Huhta que ha pedido desde la medicina que el feto sea considerado un paciente más. Unas cuantas voces como la de él y todo empezará a cambiar.
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