2006-11-25

LA REBELIÓN CÍVICA ES IMPARABLE

LA REBELIÓN CÍVICA ES IMPARABLE, por Francisco José Alcaraz
Discurso del presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, Francisco José Alcaraz, en la manifestación celebrada este sábado 25 de noviembre de 2006 en Madrid, en contra de la política de cesión del Gobierno a la banda terrorista ETA.


Buenas tardes y muchas gracias por vuestra presencia y apoyo a las víctimas del terrorismo.
La de hoy no es una manifestación más. Además de ser la más multitudinaria de los últimos tiempos, es muy especial porque nos encontramos ante uno de los momentos más críticos de nuestra joven democracia. Podría ser la última manifestación si, de una vez por todas, se hiciera justicia y el Estado de Derecho se impusiera a cualquier interés partidista, personal y malévolo. Las víctimas y todas las personas de bien exigimos que la libertad y la democracia sigan vivas en nuestro país. Ya es hora de que el Gobierno deje de dar cabida a este proceso de rendición.
Todos queremos que se acabe el terrorismo. Repito. Todos queremos que se acabe el terrorismo, y de forma muy especial los que hemos sufrido el zarpazo de los terroristas. Ya hemos sufrido mucho y seguimos sufriendo.
No se puede estar reiterando continuamente la oferta de diálogo a ETA porque, como dijo Txiqui Benegas, con ello se da “una cierta legitimación a la banda terrorista”.
Como aseguró el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, hay que acabar con ETA “por la vía policial, sin ventanillas, sin diálogos”.
Los que nos encontramos aquí, queremos decir alto y claro a los terroristas lo que en su momento aventuró Ramón Jáuregui: que “vamos a aguantar el tirón y que no negociaremos”. Exigimos que “HB (Batasuna) sufra las consecuencias de su coexistencia con el terrorismo, no sólo en el orden electoral, sino que sufra el agravio social del aislamiento. Que la gente de Batasuna no puedan ir por la calle con la cara alta. Que no puedan pegar tan fácilmente sus carteles. Que no dominen la calle, sino que seamos nosotros quienes les dominemos a ellos”. “Y ETA debe saber –como continuaba diciendo Jáuregui- que pueden herir a una parte de la sociedad causando tragedias humanas importantes, pero que una sociedad sana no se puede construir sobre la base de la cesión al chantaje terrorista y que, por el propio futuro de la sociedad española, es necesario resistir”.
“Porque si no resistiéramos, estaríamos poniendo las bases para que mañana otros grupos con otras pretensiones, pudieran organizarse de una manera semejante, lo que nos llevaría a vivir en un permanente chantaje. Vencer esta batalla es un reto esencial de la historia de España”. (Ramón Jáuregui, La Vanguardia)
Hoy también debe quedar claro que, como expresó el ex ministro de Defensa, José Bono, nos mostramos contrarios “a que el Gobierno llegue a ningún pacto con ETA”.
Tal y como decía Felipe González “es un error dramático alimentar la expectativa de un pacto político con un grupo de asesinos, que únicamente fomentaría el nacimiento de otros grupos de asesinos”.
“HB –Batasuna- es responsable de los atentados de la banda asesina y, como también esgrimía el ex lehendakari, José Antonio Ardanza, las mismas personas que representa a HB son ETA”.
Es decir, el Gobierno de Rodríguez Zapatero no duda en permitir que Patxi López se reúna con una banda terrorista y obtiene el permiso y apoyo de nuestro Gobierno. Y luego dicen que están con las víctimas: no se puede ser pastor de ovejas y pastor de lobos, como algún dirigente del PSE pretende vender.
Estos dirigentes deberían tener en cuenta que, como expresaba Jesús Caldera, “si una organización política desarrolla una actividad constante que legitima los delitos terroristas, no se debe permitir. Batasuna no debe merecer vivir en la legalidad, porque no respeta la vida ni los derechos humanos”.
Sr. Rodríguez Zapatero y Patxi López: “Batasuna, por si les queda alguna duda, forma parte de la jerarquía de ETA. La banda terrorista ordena y Batasuna acepta”. (Jesús Caldera, Congreso de los Diputados)
Lo triste es que el presidente del Gobierno ya sabe todo esto, ya dijo que “no se puede negociar con ETA porque no ha entregado las armas” (José Luis Rodríguez Zapatero al diario Ruso Kommersant). Es más, actualmente, ETA se está rearmando, aunque todavía hay quien se resiste a admitir la realidad.
Sr. Rodríguez Zapatero, recuerde aquello que argumentó José Blanco (21-3-2006) a todos los españoles: “nadie puede ser interlocutor con el PSOE si no condena la violencia, la extorsión y no acepta las reglas del juego democrático”. .
Ante esta situación, exigimos que se tenga en cuenta lo que ya expresaba el propio Zapatero en el pacto por las Libertades y contra el terrorismo: que “la paz, la convivencia libre y el respeto a los derechos humanos son valores no negociables”.
Además, “la legislación penitenciaria ha de aplicarse asegurando el más completo y severo castigo a los condenados por terrorismo”. (Pacto por las Libertades y contra el terrorismo).
No se pueden aplicar las condenas en función del régimen alimenticio que lleven acabo los asesinos como De Juana Chaos. No nos pueden decir ustedes ahora que intentar quemar a dos policías es un acto de gamberrada. No puede usted poner en duda constantemente a los empresarios amenazados. No puede salir Patxi López calificando de artículos de opinión, lo que el asesino De Juana Chaos utiliza como amenaza a los funcionarios de prisiones.
Sr. Zapatero, usted debería ser el primero en llevar a cabo sus propuestas e “impulsar y apoyar la movilización de los ciudadanos en contra de la violencia terrorista y en repudio de los asesinos”. (Pacto por las Libertades y contra el terrorismo)
Está haciendo todo lo contrario, defiende como hombres de Paz a los terroristas y asesinos como Otegi y De Juana Chaos, mientras que desde su Gobierno y aledaños emprenden una campaña de insultos y desprecio a las víctimas del terrorismo.
El señor Alfredo Pérez Rubalcaba (13-marzo-2004) dijo que “España se merece un Gobierno que no mienta”. Y eso es lo que le exigimos los ciudadanos de España: QUEREMOS SABER LA VERDAD, la verdad de los compromisos adquiridos con ETA, la verdad que, por unos extraños intereses, se oculta en el atentado del 11 de marzo.
Tenemos la esperanza de que, algún día, la historia ponga en su sitio a quienes desde el Gobierno o desde sus plataformas de propaganda buscan abrir y hurgar en las heridas profundas que padecemos.
No se lo pedimos. Se lo exigimos por el bien de todos los españoles. De lo contrario, la Rebelión Cívica irá en aumento porque es imparable y los españoles estamos dispuestos a asumir ese reto. Muchas gracias.

¿Otra manifestación?

¿Otra manifestación?


Teresa Jiménez-Becerril
24/11/2006
DEBERÍAMOS ser actores principales, pero quienes han repartido los papeles han decidido que las víctimas no merecemos acaparar todo el protagonismo y que, bien mirado, el resultado final de la obra mejorará si nosotros no aparecemos en absoluto. En escena vemos con frecuencia al presidente del Gobierno, a su vicepresidenta, a su portavoz, a sus ministros de Interior y de Justicia, a sus representantes en el País Vasco. Contamos también con políticos de otros países que amplifican con su presencia el mensaje del filme. Las pocas voces discordantes que aparecen lo hacen con frecuencia distorsionadas y representando la oposición a la voluntad general de alcanzar la paz y el bien común.


El reparto está encabezado, como todos sabemos, por ETA. Los papeles principales han sido distribuidos entre miembros de relieve de Batasuna: Otegi, Permach, Barrena etcétera. Sin olvidar a otros actores como De Juana Chaos, Txapote o Bilbao, quienes interpretan roles secundarios, pero de los que permiten el lucimiento. El presupuesto, los escenarios, la distribución, todo se decide sin contar con las víctimas. Es por ello que nos hemos visto obligados a irrumpir en el rodaje, exigiendo algunos cambios, como por ejemplo: en la escena en la que los terroristas son juzgados, la ley no puede ser modificada para que la película tenga un final feliz. Porque consideramos que cambiar el marco jurídico existente para satisfacer a ETA sería el más triste de los desenlaces para quienes hemos visto morir a los nuestros por defenderlo.


Por eso iremos mañana a Madrid, porque, aunque no estamos de acuerdo con esta negociación con la banda terrorista que tanto daño nos ha causado, participaremos en ella, entraremos en acción, aunque sea como «espontáneos». Y no es que queramos, es que, en las actuales circunstancias, debemos hacerlo. Porque tanto yo como la mayoría de los que nos acompañarán por la calle Velázquez estaríamos más tranquilos sin tener que coger aviones, trenes, autobuses o coches, sin soportar el frío, la lluvia o lo que se tercie, sin deber recordar lo que tanto dolor nos sigue causando. Aunque el hermano de un ministro se permita decir de una víctima que el día que asesinaron a su hermano y a sus sobrinas le tocó la lotería, les aseguro que quienes iremos a la manifestación estaríamos mejor en casa con nuestras familias. Pero eso es lo que querrían los que llevan adelante este pacto con los terroristas: que nos cansásemos, que nos acomodásemos, que tirásemos la toalla. Debo confesar que a veces tenemos momentos de desánimo. No es fácil aceptar que la Fiscalía diga que lo que ayer era negro hoy va camino de ser blanco; que altos miembros de la Iglesia vasca insistan en repartir las consecuencias del terror a partes iguales entre quien mata y quien muere; que aquéllos que idearon la muerte de los nuestros sean hoy quienes sigan poniendo precio político a nuestras vidas. Es duro seguir defendiendo lo que no tendría que ser defendido. El Estado debería protegernos, y no hablo sólo de evitar nuestra muerte, sino de impedir que nuestros derechos fundamentales sean secuestrados por una banda terrorista. Y es en este clima de desasosiego, de tristeza y de impotencia, en momentos en los que nos toca escuchar algo tan indigno como que «De Juana Chaos está a favor del proceso de paz», en palabras de nuestro presidente del Gobierno, cuando nosotros, las víctimas y un buen número de españoles, nos revolvemos y sacamos fuerzas de flaqueza para afrontar nuevas injusticias. Es entonces cuando decimos: «Hay que hacer algo».


No saben cuántas veces la gente me para por la calle para decirme que lo que se está desarrollando al calor del «proceso de paz» es indignante. Y me dicen: «¿Qué podemos hacer?». Podéis denunciarlo. Podéis hablar con el vecino, el maestro, el portero, el taxista, el amigo que respira diferente, políticamente hablando. Aquí no hay política que valga. Aquí lo que hay es decencia, es justicia y es sentido del bien y del mal. Lo demás es querer confundir a la gente, es querer hacer pasar las cesiones a ETA como pequeños sacrificios que los españoles debemos aceptar para vivir un futuro de cuento de hadas. La paz que nos quieren vender no existe.


Si el Gobierno sigue empeñado, como yo temo, seguirá alternando momentos de acercamiento y alejamiento hacia la banda. Seguirá haciéndonos creer que se mantiene firme para al final ceder en lo fundamental: independencia y libertad para los presos. Y a ese acuerdo de renuncia a la libertad, en favor de una precaria seguridad, lo llamarán «tratado de paz». Quienes no estéis dispuestos a que ese pacto se firme con la sangre de los nuestros, como bien ha dicho la madre de Joseba Pagaza, podéis venir conmigo mañana a Madrid a gritar a los cuatro vientos que no se negocia con asesinos.


Seremos mil, diez mil o cien mil, pero estaremos allí, vigilando, recordando al Gobierno que lo que se pacte hoy no nos puede hacer llorar mañana. Estén seguros quienes dudan de la efectividad de estas manifestaciones repetitivas, y según los más críticos, inútiles, que estas concentraciones son de vital importancia para el curso de la negociación con la banda. Con los escasos recursos con los que contamos, con la oposición del Gobierno y de buena parte de los medios de comunicación, las víctimas y quienes nos apoyan hemos conseguido despertar a parte de la opinión pública, que hoy vela con nosotros para que no triunfe la sinrazón.


Es, por tanto, fundamental que se manifiesten con nosotros todos los que crean que las leyes no deben ser cambiadas para ajustarse a las exigencias de Batasuna-ETA; quienes no acepten que la independencia del País Vasco, la anexión de Navarra y de parte del territorio francés la decidan mediante referéndum los ciudadanos que vivan en Euskadi y aquéllos que piensen que los que más han sufrido tienen todavía mucho que decir en esta historia. Os doy las gracias de antemano porque sé que una vez más estaréis con nosotros para que se oiga una sola voz, la de las víctimas, que no es otra que la de la Justicia y espero que la de la mayoría de los españoles.

Una manifestación por la libertad: Memoria, Dignidad y Justicia.

LA LUZ DE LAS VÍCTIMAS, por Agapito Maestre
Discurso de Agapito Maestre, catedrático de Filosofía y analista de LIBERTAD DIGITAL y El Mundo, en la manifestación contra la política de cesión del Gobierno a ETA, celebrada este sábado 25 de noviembre de 2006 en Madrid.

Todos los presentes sabemos porqué estamos aquí. Todos tenemos razones que justifican nuestra participación en este espacio común. Político. Y, por supuesto, todos hemos venido aquí movidos por un sentimiento, una pasión, una razón, que se llama solidaridad con las víctimas del terrorismo, que no cesan de enseñarnos que una nación es también una unidad colectiva de sufrimientos.
Sí, la nación, el Estado democrático, España, tiene, por desgracia, una base de sufrimientos. Pero eso no significa, en modo alguno, que un gobernante pretenda construir un nuevo “Estado” sobre la sangre de los españoles asesinados por el terror. Eso sería una maldad, una perversidad, un crimen de guante blanco. Sin embargo, sobre esta vileza opera el Gobierno de Zapatero. En realidad, son tres iniquidades las ya perpetradas por el Gobierno de la nación. Primera, quieren montar un nuevo Estado sobre el sufrimiento de los españoles. Segunda, exigen silencio a las víctimas. Tercera, niegan el sentido democrático de las víctimas.
A esas tres violencias sólo podemos enfrentarle la fuerza de una rebelión ciudadana, una contestación civil, animada por el pensamiento de lo que quiere decir de verdad vivir libres. Vivir, sí, como victimas que no se han dejado arrebatar su condición ciudadana por los terroristas y que no se la dejarán arrebatar por nadie. Victimas, sí, que no se han resignado a quedar reducidas a objetos de compasión, porque son sujetos políticos. Ciudadanos. Españoles.
Gracias a la iluminación de esos españoles nos rebelamos civilmente contra el Gobierno que negocia con los terroristas sobre el dolor de sus víctimas. La democracia española no se construyó sobre la sangre, aunque ciertamente su capítulo mas trágico es la mucha sangre vertida en ella. Nadie diría que la muerte del ser querido, la pérdida de gentes amigas, la mutilación, el insulto o la amenaza sirviesen a la democracia, ni siquiera para fortalecerla, porque en democracia no sobra ni una sola persona. En todo caso, la democracia siguió a pesar de los crímenes. Pero he aquí que tenemos un Gobierno, el de Zapatero, que se erige sobre el cenagal de un crimen inmenso, imponiendo el silencio que sigue a un acta de defunción.
El Gobierno no sólo se conforma con negociar con los verdugos, sino que le pide a las víctimas que colaboren con ellos. He ahí la maldad contra la que me rebelo civilmente. Sólo alguien al margen de toda idea democrática, de sentido común, puede exigirles a las víctimas que, en aras de una paz de cementerio, se lamenten en silencio y que no tengan más consuelo que sus lágrimas. Se les pide en suma que consientan en su sacrificio. Terrible. Pero, porque ninguna democracia se erige sobre ese modo inhumano de sacrificio, sobre la muerte civil de la víctima, sobre ese crimen de guante blanco, me rebelo civilmente contra el Gobierno de Zapatero y sigo fielmente a la víctima.

Rescatemos la lección de las víctimas, en su calidad de españoles, y sentiremos que nuestra democracia derrotará al terrorismo. Persistamos, amigas y amigos, con la AVT en que su lucha, nuestra lucha, es una contestación ciudadana, una rebelión cívica, para que nadie le impida a la víctima rehabilitar su dignidad a través de su participación en el espacio público del que fue expulsada por el terror.
Miremos, sí, con mirada limpia a las víctimas. Aprendamos de su principal hallazgo: España no está muerta. Han matado a muchos españoles, pero nos quedan su memoria, su dignidad, su justicia. Son las bases para que España no se sienta compadecida por nadie. España sólo quiere ser nación y la víctima, su modelo, su arquetipo, ciudadano.
Recordemos ahora, elevando bien alto nuestras luces, las luces de nuestras víctimas, a todos aquellos que vivieron generosamente luchando por la libertad y que murieron a manos del terror sólo por ser ciudadanos españoles.
Sirva este momento de homenaje para reclamar de nuevo “memoria, dignidad y justicia”. “En su nombre, en nuestro nombre, rendición, ¡no!”. Gracias.
Madrid, 25 de noviembre de 2006